La sentadilla profunda (talones casi tocando el culo) es, para mi gusto, el ejercicio más exigente y agradecido para el cuerpo, junto con el peso muerto, pero para los que tenemos un déficit de flexibilidad, generalmente ocasionado por la pequeña longitud y alto volumen de nuestros miembros inferiores, resulta un ejercicio complicado, precisamente en la parte del recorrido inferior al ángulo recto. Antes que poner la ayuda del disco estabilizador sobre el que apoyar los talones, yo prefiero ensayar todas las veces que haga falta el movimiento sin peso, con los brazos extendidos al frente en paralelo al suelo y la mirada en un punto fijo al frente a la altura de los ojos, y hacer hincapié en la parte final, repitiendo la bajada y la subida hasta el ángulo recto. Instintivamente notaremos que la zona superior de la espalda tiende a arquearse ligeramente hacia adelante en este punto para corregir el desequilibrio del que habláis; no hay problema y lo veo natural siempre que sea muy leve y solo en la zona media-alta de la espalda, evitando inclinar la cabeza hacia abajo. Cuando tengamos dominada esta técnica (a priori muy simple, pero en la práctica no lo es tanto), empezaremos a cargar peso, inicialmente solo la barra. En este punto conviene ensayar también con la opción frontal, es decir, la barra "abrazada" y apoyada sobre la zona superior del pectoral, variación que prefieren muchos levantadores.
Lo normal es, también, notar cómo en el punto más bajo y al inicio de la subida trabajan sobre todo los músculos inferiores del abdomen y los superiores de la pierna (iliaco, psoas, sartorio, pectíneo); es lo normal ya que aún no existe el ángulo mínimo como para que pueda ejercer su fuerza de contracción el vasto y el recto. Precisamente por esta razón es un ejercicio en el que, si se ejecuta estrictamente, se utiliza menos peso que en la sentadilla convencional, aunque con el tiempo se pueden levantar pesos muy grandes.