En la segunda sesión me esperaba un grupo que me pedía a gritos que escuchara sus problemas. Era claro que la primera queja eran las agujetas terribles , según los participantes el mundo nunca antes había visto algo así, se trataba de las agujetas as más dolorosas de la historia de la humanidad.
Antes de seguir con nuestro entrenamiento les dí un poco de tiempo para que se desahogaran y acto seguido continué como si nadie se hubera quejado. Sabía muy bien que el rendimiento iba a ser casi igual a cero pues solamente había transcurrido un día después del primer entrenamiento y todos había gastado hasta las reservas de sus energía el día anterior.
Pero me engañaba. Por supuesto que faltaban las fuerzas, pero el grupo tenía aquel espíritu de lucha, aquello que poseen una mentalidad de ganador. Tenía una gran voluntad de seguir y es exactamente esto lo que retroalimenta a un entrenador para poder llegar junto con su discípulo más allá de donde llegan los mortales. Mi estrategía era exigir demasiado de ellos de manera que se dieran fuerza entre ellos y crecieran como equipo a como diera lugar. La presión del principio hubiera sido el sello de su fracaso para una sola persona.
Había dos razones por las cuales esto ya se sentía claramente en apenas la segunda sesión. Por un lado yo percibía una cierta confianza y por el otro un grupo de personas excepcionales estaba en frente de mí, ellos no solamente quería demostrar al público pero también a mí que no estaban dispuestos a darse por vencidos tan rápidamente.
Bueno, yo sentía una cierta compasión por ellos y era exactamente eso lo que me complicaba el asunto. Quisiera en este espacio aclarar al lector como transcurre mi vida como Personal Coach, cuales son los temas, tareas y acontecimientos que vive un entrenador. Os puedo asegurar (os tuteo y espero que nadie se incomode) que cuando uno se enfrenta a un grupo con esa aura y fuerza de voluntad uno tiene que reprimir sus sentimientos, esa simpatía, compasión y comprehensión, sino uno acabará por dar el brazo a torcer y sentirá temor a ir más allá de los límites.
Soy una persona muy sensible, amo mi trabajo y le doy gracias a Dios que puedo vivir mi profesión. He ayudado ya a varias personas, no solamente a bajar de peso o a desarrollar músculos, sino también a ponerse en forma o a remediar molestias físicas. Una gran parte de mi trabajo consiste en que mi cliente se identifique con su cuerpo. Entrenar su autoconfianza y aumentar su autoestima. Y es exactamente aquí en donde tengo que poner mis sentimientos en segundo plano para poder ayudar a la persona.
Pero ¿cómo reaccionar cuando uno se convierte en el héroe de su grupo ya en la segunda sesión de entrenamiento? Este fue mi desafío personal y en estas 8 semanas aprendí muchísimo a pesar de que tengo una amplia experiencia en este terreno y puedo decir que me las sé de todas a todas. Estoy convencido de que los participantes de este grupo me dieron más a mí que yo a ellos, mucho más de lo que se puedan imaginar y fue para mi una retribución incomparable.
Estoy convencido que un entrenador éxitoso necesita este sentimiento. Es la energía lo que hace todo posible, esa energía entre cliente y personal coach es el fundamento del éxito.
Un excelente entrenador puede conducir a sus clientes hasta la meta solamente cuando existe confianza entre los dos, esta confianza debe ser mantenida y alimentada a través de la sinceridad, franqueza y hasta algunas veces exigiendo valor, dureza y disciplina para no poner en riesgo el lograr la meta.
La próxima vez contaré más sobre la técnica, modo de proceder y estrategias con las cuales trabajé en esta tarea. Os deseo éxito y vitalidad. Vuestro Personal Coach Morris Lee.
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