Nuestro reportero Darinho Castro sufrió una hernia discal. Los primeros ocho días estuvo en cama para protejer la columna vertebral. Finalmente los dolores han cesado y puede empezar con el siguiente paso: la gimnasia de rehabilitación. En este artículo nos platica sobe las primeras semanas de la rehabilitación.
Después de 8 días me presento en el consultorio. El ortopedista prueba mis reflejos y constata que todavía el pie izquierdo está paralizado y que el pie derecho está muy débil. ¿Para esto he venido al doctor? Cuando mando la orden al cerebro de mover mis extremidades inferiores no pasa nada. Me quedo viendo mis pies y parece que son de otra persona. Me piden que describa lo que siento, cuales zonas exactamente no siento. Creo sentir mi tobillo derecho, más, no puedo decir. Algunas veces no siento toda la pierna, otras veces siento solamente la planta del pie. Hay veces que no sé bien que siento, pareciera que mi cuerpo se burla de mí. Concentrarme más no ayuda en nada, creo que todo el cuerpo está paralítico y me asusto tanto que quiero hablar a emergencias. El ortopedista dice tranquilamente que todo lo que digo es normal, hay una palabra en aire que él no se atreve a pronunciar: todo es psicosomático. No me interesó el significado de esta palabra hasta hoy.
Sin embargo ha habido avances. Ya no tengo que tomar medicamentos contra el dolor y el dolor que siento es producto de una irradiación. Los nervios están hinchados debido a la irritación provocada por la presión del disco intervertebral. Hay veces que me harta esta situación pero me tranquilizo al pensar en mi espalda que ¡ya no me molesta! Y curiosamente es exactamente ahí donde tengo problemas, entre la vértebra L4/L5. Si no cambia mi cuadro clínico entonces habrá que tratar mi caso. El ortopedista me recomienda una rehabilitación muscular ambulatoria, la cual dura más de 17 días y que fortalecerá mi espalda completamente y a la vez piensa que es mejor dejar este tratamiento para más tarde, tal vez en tres semanas y mientras prepararme para la gimnasia, de cualquier manera no debo olvidar de protejer la espalda en todo momento. Un movimiento en falso y mi caso puede empeorar. Debo procurar no sentarme, no conducir y ni siquiera pensar en levantar o cargar algo.
Me inscribo para la rehabilitación muscular ambulatoria en un centro de rehabilitación cerca de Mombach, Mainz. Afortunadamente esta terapia la paga mi seguro. El encargado de la terapia se llama Holger Kilp, a partir de ahora mi mejor amigo. La primera sesión parece un curso de magia negra. Me recuesto en una tarima y mis pies son colocados contra la pared formando un ángulo de 90 grados. A continuación pasa rozando mis muslos y piernas. De repente siento mis músculos trabajar y una presión, que he experimentado al momento de iniciar una bajada en la pista de esquí. Las sesiones de los próximos días son parecidas; sensibilización y estiramiento, y cuánto puedo mover las piernas sin sentir dolor en la espalda, eso es todo, no se me puede pedir más. Cada estiramiento no solamente me cuesta trabajo sino provoca en mí el miedo de que la hernia discal progrese. Holger sonríe y asegura que nada de eso puede pasar. Con el tiempo siento más confianza y seguridad como para diferenciar un dolor irradiado de uno real, provacado por la hernia discal.
Tengo gimnasia dos horas a la semana. Me parece que es poco; he tomado todas las precauciones posibles para protejerme en las últimas dos semanas y poco a poco empiezo a atreverme a más, lo que provoca nuevos dolores en otras partes, pero que son pan comido comparados con los dolores de los primeros ocho días. Estoy ansioso por comenzar con la terapia ambulatoria sin saber realmente de que se trata.
Nuestro autor Darinho Castro nos describirá todo el tratamiento de la hernia discal.
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