El 70 % de nuestra tierra está formada de agua. Sin embargo el mundo de lagos y mares no pertenecce a nuestro hábitat en condiciones normales. No podemos respirar bajo el agua y nuestra capacidad de retener la respiración tiene límites. No vemos claro, no conocemos las leyes físicas del movimiento y tenemos que aprender a orientarnos en un espacio tridimensional. En el mundo bajo el agua nuestra experiencia es nula o se resume a la experiencia prenatal. Como un niño tenemos que aprender muchas cosas desde el principio. Un curso de buceo con un maestro profesional es el primer requisito para poder conocer este mundo maravilloso.
Voy, un poco cándido, a la primera clase de buceo en una escuela especializada. Me acuerdo que los buceadores se ven muy relajados en la televisión. Sus movimientos parecen suaves y fluídos, sus cuerpos se ven super bien formados. El dueño y maestro de buceo Jochen Juffnagel me comenta: “Claro que la buena condición física es una de las condiciones importantes. No es por acaso que los “weightwatchers” afirman que la quema de calorías al bucear es claramente mucho más alta que al hacer jogging o inline-skating. El buceo es en primer lugar una disciplina mental y por eso se le define como un deporte “long-life”. Leni Riefenstahl, por ejemplo, aprendió a bucear a los 71 años y estaba frecuentemente en el agua a sus 100 años”. Pienso si Leni Riefenstahl aprendió a bucear a una edad ya avanzada, no debe ser para mi, un deportista activo, un gran desafío.
En poco más de 2 horas nos explican el equipo y nos equipan individualmente, también nos aclaran el desarrollo del curso de buceo. De repente ya me encuentro en la alberca. Cada buceador lleva su propio traje, el cual minimiza la pérdida de calor en el agua. La máscara , el snorkel y las aletas son el equipo básico. Una “chaqueta” con un almacenador variable de aire nos sirve para encontrar el equilibrio entre el impulso ascensional y el descenso en el agua. Para el abastecimiento del aire es necessario un aparato de aire comprimido para buceo con el cual un buceador lleva fácilmente 20 kilos demás. Un buceador requiere de mucha fuerza. Con esto no contaba y mis respetos para todos los que a los 71 años tienen la condición física para esto.
Después de mi primer brinco desmañado en el agua, siguió la siguiente sorpresa. El traje neopreno y el almacenador de aire me impidieron sumergirme a pesar del peso. Aquí entendí la importancia de la chaqueta. A través de una manguera conectada con el cilindro de aire comprimido se pueden vaciar o llenar los almacenadores de aire con una simple presión de un botón. Si se deja salir el aire, se hunde uno bajo la superficie del agua. Ahí me esperaba el siguiente problema: encontrar el equilibrio – se llega a la profundidad deseada como si uno estuviera planeando. Sin ningú control del cuerpo no existe sensación de equilibrio. Es por eso que algunos gimnastas son muy buenos en su primer descenso. Si se tiene problemas para pararse en una sola pierna ya en la tierra o se tropieza al hacer ejercicios de Pilates sencillos, es mejor ahorrarse unas piruetas torpes en el agua y el dinero pues hay que saber planear antes de intentar profundizar en el deporte del buceo.
Mi primer buceo resulta toda un desafío. ¿Cómo me muevo? Definitivamente no como el maestro, que se mueve elegantemente entre los alumnos , a mí me cuesta trabajo planear y avanzar nadando. Pero después de superar los primeros tropiezos, siento una gran satisfacción. Me dejo llevar por el agua, me siento en el fondo y me pongo a ver. Estoy en otro mundo, en el mundo de la tercera dimensión. Esta sensación me la he llevado al mundo de afuera y creo que me enriquece.
Jochen Huffnagel describe así su fascinación por el buceo: “Para mí el buceo es meditación: si se domina la técnica, no es nada pesado. Prácticamente se planea ingrávidamente en total tranquilidad y no hay nada que nos pueda perturbar. Además en ningún otro tipo de deporte se está tan cerca de la naturaleza y de animales tan impresionantes en su medio ambiente” El buceo tiene algo que ofrecer a cada persona, no importa si a uno le gustan los peces o los barcos naufragados. El instructor de buceo Dirk lo resume más patéticamente: “ Una vez que te hayas puesto el cilindro (de oxígeno) no te la vas a querer quitar.
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